Las tradicionales fiestas de fin de año pueden ser una oportunidad para renovar el contacto con familiares y amigos; un buena forma de culminar este año tan particular en donde lo vincular ha tenido características atípicas, tanto en modalidad (el apogeo de la virtualidad), como en frecuencia (la disminución o, en algunos casos, la excesiva presencialidad a las que nos obligó el aislamiento).