El asma es una de las principales enfermedades no transmisibles. Afecta a niñas, niños y adultos. Si bien no tiene cura, podemos llevar a cabo una vida normal. Para ello es importante que nuestro entorno sepa cómo actuar ante un ataque de asma en la escuela. Los docentes debemos estar preparados para controlar la situación, y así ayudar a la alumna o el alumno a recuperar la respiración normal.
El asma es una afección crónica de las vías respiratorias. En la mayoría de los casos, proviene de antecedentes personales o familiares de alergia. Entre los factores desencadenantes podemos encontrar infecciones respiratorias virales, reflujo gastroesofágico o situaciones de estrés emocional. En las mujeres pueden incidir factores hormonales como el embarazo y la menstruación.
El ejercicio físico y los cambios climáticos también pueden causar ataques de asma. Al igual que la exposición a alérgenos como el polvo, el polen, los pelos de animales, colorantes, pinturas y otros productos con irritantes ambientales. Ciertos alimentos como el pescado, el maní o los frutos rojos, medicamentos como la aspirina y el humo de tabaco, pueden desencadenar asma.
Se estima que 1 de cada 8 niñas y niños menores de 12 años sufre asma. En el ámbito escolar, se presenta como una de las principales causas de ausentismo. Sin embargo, con el acompañamiento de docentes, directivos y personal del colegio, además del apoyo de sus compañeros, las alumnas y alumnos asmáticos pueden desarrollar una actividad educativa normal.
En caso de una crisis asmática, lo principal es apartar al niño que la padece del resto de la clase. En lo posible, llevarlo a una habitación limpia, sin polvo, con buena circulación de aire y temperatura agradable. La compañía de un docente u otro personal de la escuela conocido puede atenuar sus niveles de ansiedad.
Debemos ayudarlo a sentarse en una posición cómoda, con los pies apoyados sobre el suelo, ambas manos en las rodillas y los antebrazos en los muslos. Hablarle de forma tranquila para inspirar su confianza. Pedirle que cierre los ojos, afloje el resto del cuerpo, y respire de forma suave y profunda por la nariz. Así, llevarlo lentamente a que consiga relajarse.
Los docentes pueden generar conciencia al resto de las alumnas y alumnos sobre esta enfermedad que causa la inflamación de los bronquios, aumentando el grosor de sus paredes y estrechando sus conductos. Esto hace que la producción de mucosa sea mayor, provocando los síntomas antes mencionados. Los mismos se pueden presentar de manera variable o cambiar de un momento a otro.
La sensación de pecho cerrado, dificultades respiratorias o disnea, tos y silbidos en el pecho (sibilancias), resultan las señales principales para reconocer un ataque de asma en la escuela.
Un buen control disminuye la gravedad de la enfermedad y evita mayores limitaciones físicas. También permite a las personas asmáticas desarrollar una actividad escolar normal.
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