Durante los primeros meses de vida, el bebé todavía no “cortó dientes” y su primera visita al dentista puede prolongarse un tiempo. Tanto el pediatra como los médicos y enfermeras que lo acompañen en esta etapa inicial pueden guiar a las madres, padres y responsables sobre la salud bucal del recién nacido.
La adquisición temprana de buenos hábitos en higiene y cuidado de los dientes es fundamental para la salud bucal de niñas y niños. Durante la infancia, las caries dental es la enfermedad bacteriana más frecuente y su prevención en esta etapa también contribuye en el futuro, cuando sean adultos.
En los primeros años de vida, la relación del bebé con su madre es sumamente estrecha. Es por ello que un nivel alto de Streptococcus Mutans en la saliva de la madre resulta un factor de riesgo para la salud bucal del recién nacido. Esta bacteria se asocia con el inicio y el desarrollo de la caries dental, por lo que no se recomienda darle al bebé besos en la boca ni compartir utensilios.
A su vez, los buenos hábitos en higiene bucal de madres y padres son incorporados con más facilidad por las niñas y niños. Las actitudes, conocimientos y creencias sobre salud influirán en sus preferencias y comportamientos. En este sentido, los adultos deben mostrarse como ejemplo cepillándose los dientes por lo menos dos veces al día y regulando el consumo propio de azúcar.
Una vez al año hay que visitar al dentista para controlar y reducir el grado de virulencia de bacterias, y evitar la colonización de Streptococcus Mutans.
El consumo de azúcares es el principal responsable de la aparición de caries. Tanto la frecuencia de la ingesta como el tiempo que el dulce permanece en la boca inciden el desarrollo de la caries. También la consistencia del azúcar puede acelerar el proceso.
No está de más informarse sobre la cariogenicidad de los chocolates, helados y golosinas. También se puede consultar la gran cantidad de azúcar que llevan las galletitas, bizcochos, gaseosas y yogures, entre otros productos procesados y ultraprocesados.
Una buena alternativa es considerar opciones saludables como frutas, quesos, yogur natural, galletas de arroz, pan, etc. La dieta elegida para los primeros años de vida va a ser determinante en el futuro de la salud bucal. Atrasar dos años la introducción de azúcares en la dieta disminuye considerablemente el riesgo de caries.
El método más efectivo para prevenir o detener la caries sigue siendo el cepillado dental. Dos veces al día, con pasta dental que contenga al menos 1000 partes por millón (ppm) de flúor. Estos productos tienen efecto anticaries, por lo que se recomienda su uso desde la salida del primer diente.
Para las y los menores de tres años se debe utilizar el equivalente a un grano de arroz de pasta flúor. A partir de los tres años, la cantidad debe ser proporcional al tamaño de una arveja. A esta edad, los espacio entre los morales también se cierran, por lo que es momento de incorporar el hilo dental antes del cepillado nocturno.
Hasta los 10 años de edad es recomendable que un adulto haga un repaso del cepillado. Éste es más efectivo si se mantiene la cabeza de la niña o el niño estable, levantando el labio superior para limpiar las encías y los incisivos.
Cuanto más temprano se visite al odontólogo por primera vez, menos es el riesgo de desarrollar caries. El dentista puede dar pautas de prevención individualizadas que permiten anticiparse al desarrollo de la enfermedad. A futuro, también va a disminuir la necesidad de recurrir a tratamientos dentales curativos.
Toda niño o niño debe acudir al odontólogo al cumplir el año, o con la salida de los primeros dientes. Esa primera visita no solo le sirve al dentista para evaluar los riesgos de caries, también puede brindar consejos sobre higiene bucal, dieta y aplicación de la pasta con flúor.
Fuente
Asociación Latinoamericana de Odontopediatría
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