La naturaleza es sabia. Cada estación del año cumple una función específica en la germinación, crecimiento y floración de las plantas. También sus frutos alcanzan la madurez en una época determinada. Si bien en Argentina, por ejemplo, podemos encontrar limones recién cosechados durante todo el año, los cítricos se destacan entre las frutas de las estaciones de otoño e invierno.
Lejos de ser un capricho de la naturaleza, este tipo de frutas ofrecen una gran cantidad de antioxidantes y fibras que contribuyen a fortalecer el sistema inmunológico durante el período más frío del año. Entre los beneficios a la salud, el consumo de cítricos nos va a ayudar a prevenir enfermedades respiratorias como gripes y resfríos.
El consumo de frutas como naranjas, mandarinas y pomelos también colabora con el tránsito intestinal por su aporte de fibra soluble. Además, su alto contenido de jugo natural contribuye a la hidratación de nuestro organismo.
Los cítricos son una gran fuente de vitamina C, que estimula la producción de glóbulos blancos. Estas células del sistema inmunitario son necesarias para defender nuestro organismo de infecciones tanto virales como bacterianas. La vitamina C también mejora la absorción de hierro.
Otros nutrientes presentes en los cítricos son el potasio y el ácido fólico, también fundamentales para afrontar las estaciones frías con un sistema inmune fortalecido.
Entre abril y julio podemos conseguir los cítricos más frescos, sabrosos y con mayor valor nutricional. Al ser una gran fuente de vitaminas y minerales, nos aportan energía y ayudan a reducir el cansancio. A su vez, este tipo de frutas colabora con la vitalidad del cabello y la piel.
También aporta potasio, necesario para el desarrollo del metabolismo celular, y calcio para el fortalecimiento de los dientes y los huesos.
Comer una mandarina o un pomelo como colación o postre va a generar sensación de saciedad con bajo contenido calórico. De esta forma, los cítricos se presentan como aliados a la hora de cuidar nuestro peso.
Los especialistas también destacan que su combinación de antioxidantes y compuestos bioactivos puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares e inflamatorias.
Incluir en nuestra rutina alimentaria este tipo de refuerzo natural a las defensas puede resultar sencillo. Podemos incorporarlo como jugo de naranja recién exprimido por la mañana. También comiendo mandarina o pomelo como colación. El jugo natural de limón es un buen agregado en infusiones o como condimento para resaltar los sabores de las ensaladas.
En otoño e invierno, los cítricos en verdulerías y ferias no solo se destacan por su alta calidad también por su bajo costo.
Los médicos pueden desaconsejar el consumo en personas que tengan alergia alimentaria a este tipo de frutas. Los cítricos pueden provocar picazón, erupciones e hinchazón en la piel.
La acidez es otro factor a controlar. En algunos casos, ingerir cítricos pueden incluso agravar los síntomas de reflujo gastroesofágico. Además, sus ácidos pueden irritar el estómago y empeorar las úlceras.
También hay que ser cuidadosos con determinados medicamentos específicos. Algunos antibióticos o estatinas pueden interactuar con los cítricos de forma negativa, en especial con el pomelo.
En caso de tener que controlar o no poder incorporar estas frutas a nuestra dieta, existen alternativas para que nuestro organismo obtenga las vitaminas necesarias para llevar una alimentación saludable.
Las frutillas, el mango y el kiwi son buenas fuentes de vitamina C. Lo mismo que vegetales como el brócoli y el morrón (en especial los pimientos amarillos y rojos). El kale o col rizado es una hoja verde oscura muy rica en nutrientes. En menor proporción, las berenjenas también hacen su aporte de vitamina C, necesaria para la reparación de tejidos y el crecimiento de nuestro cuerpo.
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