En 2020, la venta de bebidas como el vino, la cerveza y el whisky creció considerablemente en el contexto del aislamiento obligatorio. Si bien el consumo de alcohol no suele vincularse a enfermedades oncológicas, se estima que ese primer año de pandemia los casos de cáncer atribuidos al consumo de alcohol aumentaron en 740 mil en todo el mundo.
Los números fueron publicados por la prestigiosa revista “Lancet Oncology”, que también destaca que el 75 por ciento de esas enfermedades se dio en hombres.
Los cánceres más frecuentes vinculados al consumo de alcohol son el de esófago, hígado y mama. También se demostró que estas bebidas contribuyen a la aparición de células cancerígenas en la boca, la faringe, la laringe y el colon.
A su vez, el riesgo resulta mayor cuanto mayor es el consumo de alcohol, independientemente de que tipo de bebida se trate. Incluso el grupo de bebedores moderados que presentó el estudio (al menos dos vasos de vino por día), se encontraron más de 100 mil nuevos casos de cáncer atribuidos al año de referencia. En este sentido, podemos suponer que no hay un nivel de consumo que nos resguarde de cuestiones oncológica.
Si bien la causa no está completamente comprobada, se estima que algunos productos derivados del metabolismo como el acetaldehído podrían estar involucrados en la generación de un daño genético. A partir de estas mutaciones es que pueden surgir procesos oncológicos, de igual manera que actúa el sol en el cáncer de piel o el tabaco en el pulmón.
En el caso del cáncer de mama, el aumento del nivel de estrógenos atribuido al consumo de alcohol podría jugar un rol de relevancia. Sin embargo, todavía es un tema que se está investigando.
En general, la evidencia muestra que el nivel de riesgo aumenta en bebedores desmedidos. A su vez, el riesgo se reduce a los 20 años de haber dejado el hábito. En este sentido, siempre es un buen momento para comenzar a reducir nuestro consumo de alcohol.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
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