Si bien el frío no es considerado una de las causas de faringitis, las bajas temperaturas favorecen mucho su contagio. Las defensas están más bajas, y tanto los virus y bacterias que provocan esta inflamación de la faringe se expanden con facilidad.
La faringitis afecta a personas de todas las edades. Puede contagiarse al hablar, toser o estornudar ya que se propaga a través de pequeñas gotas de saliva. Lo más común es que se traspase de forma directa de una persona a otra, aunque también la infección puede llegar por tocar superficies contaminadas, y posteriormente llevarse la mano a la nariz, ojos o boca.
En la garganta se manifiesta a través de dolor intenso, tos seca y dificultades al tragar. En el cuello, los ganglios pueden inflamarse. Estos síntomas suelen estar acompañados de fiebre leve o febrícula, cefalea, malestar general, sensación de fatiga, debilidad muscular o congestión nasal.
Ante el dolor de garganta, muchas personas recurren a los antibióticos sin indicaciones médicas. Estos medicamentos solo son eficaces si la causa es bacteriana, lo cual es menos frecuente en personas adultas.
En algunos casos, la automedicación puede provocar efectos adversos, enmascarar síntomas y favorecer la resistencia microbiana.
Los síntomas de la faringitis suelen durar entre tres y cinco días. Para aliviar las molestias se recomienda mantener una buena hidratación y hacer reposo. También realizar gárgaras con agua tibia y sal (media cucharadita por taza) ayuda a aliviar el dolor y bajar la inflamación. En este caso, es recomendable evitar el limón ya que puede irritar todavía más la zona inflamada.
En caso que los síntomas persistan por más de cinco días, o aparezcan signos como fiebre alta, dificultad para respirar o inflamación severa, es importante consultar al médico para una evaluación adecuada.
Tanto los ambientes cerrados como aquellos que tienen mucha circulación de personas favorecen la propagación de virus y bacterias. Por eso, se recomienda ventilar diariamente los ambientes, incluso en invierno. Otra forma de prevenir el contagio barbijo en transportes públicos, salas de espera y lugares cerrados con alta concurrencia.
También se pueden incorporar hábitos de higiene como lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, o utilizar alcohol en gel si no hay acceso a agua segura.
Otra medida de prevención importante es desinfectar superficies de uso común como picaportes, manijas, escritorios y barandas, entre otras.
No compartir vasos, cubiertos, mates, toallas ni otros elementos de higiene personal reduce los riesgos de contagio. A su vez, se recomienda evitar el contacto estrecho con personas presenten síntomas, y permanecer en el hogar ante dolor de garganta o dificultades respiratorias.
La prevención es una herramienta clave para cuidar la salud propia y la de los demás. Con medidas simples, se puede reducir significativamente el riesgo de contagio y contribuir a un entorno más sano para todas y todos.
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