Llamamos adherencia terapéutica al grado en que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de otros hábitos de vida, se ajusta a las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario. En el caso de la adherencia farmacológica se considera el cumplimiento de la dosis y el intervalo prescripto, por el tiempo previsto.
Una reciente encuesta realizada en centros de atención propios de nuesta obra social mostró que aproximadamente un 60 % de los pacientes no toman adecuadamente los medicamentos que se les han recetado para tratar sus enfermedades crónicas, no permitiendo esta situación el adecuado control de las mismas.
Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como la diabetes, las enfermedades del corazón o respiratorias crónicas son responsables en su conjunto de más 60 % de las muertes en el mundo y suelen presentar un largo período en el que no generan síntomas; esto es: nos van dañando pero sin que nos demos cuenta.
Algunos consejos para mejorar la adhesión a la toma de medicación que podrían ser de utilidad son los siguientes.
– Asegurarnos que la prescripción del médico nos ha quedado clara, lo ideal, al respecto, es pedirle que complemente la información oral con una indicación escrita (y asegurarnos que entendemos el texto).
– Pedirle que el esquema terapéutico sea lo más sencillo posible y que tenga en cuenta en el mismo el costo de los medicamentos.
– Considerar el uso de “pastilleros” o el de aplicaciones (App) específicas para celulares para disminuir el olvido de las tomas.
Atreverse a discutir abiertamente preocupaciones o creencias que tengamos en relación a la medicación, entre las cuales las más comunes suelen ser:
– Temor por algunos efectos adversos que ha leído o le han comentado que el medicamento pueda dar.
– Posibles consecuencias a largo plazo del tratamiento. Que finalmente el daño sea mayor que el beneficio.
– El hecho de que el mismo pierda efectividad con el tiempo o nos vuelva dependientes.
– Dudas acerca de la necesidad de hacer un tratamiento por una enfermedad o factor de riesgo que no da síntomas.
– Dudas sobre la industria farmacéutica, sospecha sobre sus “verdaderas intenciones”
– Percepción de que lo químico es malo y lo natural bueno.
– Percepción de que si uno deja un fármaco y no se siente mal, significa que el medicamento no es necesario.
– Percepción de que la toma contínua de algún medicamento nos resta autonomía.
El poder abordar estas inquietudes seguramente permitirá el establecimiento de un vínculo más auténtico con el profesional, en donde el paciente puede exponer su posición, escuchar e intentar entender el punto de vista de su médico para finalmente tomar una decisión y hacerse cargo de la misma.