Las enfermedades cardiovasculares suelen desarrollarse de manera silenciosa durante años, sin dar señales claras. Los primeros síntomas suelen aparecer de forma repentina y el tiempo para acudir a una guardia de emergencias puede ser decisivo.
Estas enfermedades afectan al corazón y a los vasos sanguíneos del organismo. Su origen principal está en la aterosclerosis, un proceso en el que se acumulan placas de colesterol en las paredes de las arterias, dificultando el paso de la sangre.
Además del corazón, estas afecciones pueden comprometer otros órganos vitales como el cerebro y los riñones. Muchas veces, derivan en problemas graves como el infarto agudo de miocardio (IAM), el accidente cerebrovascular (ACV) o la formación de aneurismas.
Existen diversas condiciones que aumentan la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares. La edad avanzada y los antecedentes familiares de enfermedad prematura representan factores determinantes que no pueden modificarse, pero cuya presencia obliga a extremar los cuidados.
Entre los factores adquiridos, el tabaquismo, los niveles elevados de colesterol en sangre, la hipertensión arterial y la diabetes ocupan un lugar central, ya que favorecen el daño progresivo de las arterias.
También el sobrepeso y la obesidad incrementan el riesgo, especialmente cuando se combinan con un estilo de vida sedentario y con la falta de actividad física regular. A esto se suma el impacto del estrés crónico, que, sostenido en el tiempo, contribuye al deterioro de la salud cardiovascular.
Reconocer estos factores es clave para tomar medidas preventivas y reducir las posibilidades de complicaciones futuras.
La prevención es la estrategia más eficaz para reducir sus riesgos. Evitar el consumo de tabaco y la exposición al humo provocado por otra persona es una medida esencial, al igual que sostener una alimentación equilibrada que limite el exceso de sal y azúcares.
A su vez, practicar actividad física –por lo menos– tres veces por semana, junto con el mantenimiento de un peso adecuado, contribuye de manera significativa a la salud del corazón.
Los controles médicos de rutina permiten detectar a tiempo cualquier problema y actuar de forma preventiva.
La principal complicación de las enfermedades cardiovasculares es la muerte prematura. Además, es la principal causa de discapacidad a nivel mundial. Esto refuerza la necesidad de tomar conciencia y adoptar hábitos de vida que protejan la salud del corazón.
Si bien las enfermedades cardiovasculares no tienen una cura definitiva, pueden controlarse de manera efectiva. Abandonar el cigarrillo, tomar la medicación indicada y sostener hábitos de vida saludables son pilares fundamentales para mantener la presión arterial, el colesterol y la azúcar en sangre (glucemia) dentro de valores adecuados.
Es importante destacar que, aún cuando estos valores sean normales, no debe suspenderse ni modificarse el tratamiento sin indicación médica. El control constante es la mejor manera de garantizar resultados a largo plazo.
Ante dolor fuerte en el centro del pecho, falta de aire, pérdida de fuerza o debilidad en alguna parte del cuerpo, dificultad para hablar o entender lo que otras personas dicen, consultar de forma urgente con la guardia de emergencias.
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