El cuidado de la salud sexual involucra diversos aspectos, entre los que se destaca la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) y, en algunos casos, la posibilidad de un embarazo no deseado. El uso de preservativo resulta efectivo tanto como método anticonceptivo como de barrera contra el contagio de enfermedades como VIH, sífilis y gonorrea.
Esta doble función no solo lo convierte en una herramienta clave para vivir una sexualidad plena, libre y responsable, también permite cuidar el bienestar propio y el de la pareja sexual.
Cuando se utiliza de manera correcta, el preservativo masculino alcanza una eficacia anticonceptiva cercana al 97 %. También puede combinarse con otros métodos anticonceptivos como los hormonales o los dispositivos intrauterinos, reforzando la prevención de embarazo no planificado.
A su vez, el preservativo tiene una efectividad de hasta el 95 % en la protección contra ITS, incluido el VIH. Su uso constante puede reducir en un 60 a 80% el riesgo de infección por Clamydia y Gonococo. En el caso de enfermedades transmisibles a través del contacto cutáneo como el herpes y el Virus del Papiloma Humano (HPV), solo ofrece defensa en la parte del cuerpo cubierta por el preservativo.
El preservativo se fabrica con materiales resistentes, densos y flexibles, que permiten mantener relaciones seguras con una pérdida de sensibilidad mínima. Para evitar su deterioro y la posibilidad de roturas, debe guardarse en lugares frescos, secos, y alejados de fuentes de calor.
Antes de abrir el envase, es importante revisar que no haya pasado su fecha de vencimiento. A su vez, no es recomendable usar aceites, lociones, cremas o vaselina que puedan dañar el látex.
En caso de usar lubricante, debe ser a base de agua o silicona y aplicarse por fuera del preservativo. No se recomienda usarlo en exceso, ya que podría hacer que se deslice y se salga.
El preservativo se coloca antes del contacto genital, y debe ser retirado inmediatamente después de la eyaculación, sujetándolo desde la base para evitar derrames. Es importante descartar el preservativo una vez utilizado, y abrir uno nuevo ante cada acto sexual o cambio de lugar de penetración.
Si bien el preservativo prácticamente no tiene contraindicaciones, los productos hechos con látex pueden provocar reacciones alérgicas en algunas personas. Sin embargo, existen preservativos hipoalergénicos o de materiales como el poliuretano o nitrilo que son igual de seguros y efectivos que aquellos fabricados con látex.
En casos de tratamientos vaginales con antimicóticos como miconazol o econazol, el látex puede dañarse, por lo que es necesario evaluar otro método anticonceptivo.
A su vez, en pieles sensibles componentes como lubricante o espermicida pueden provocar hipersensibilidad, por lo que se aconseja el uso de preservativos sin estos agregados.
El preservativo es un método de barrera: se interpone como medio físico para evitar la llegada de los espermatozoides al útero, evitando la posibilidad de fecundación.
El preservativo femenino tiene una eficacia cercana a la del masculino, tanto en anticoncepción como en protección de infecciones. Sin embargo, actualmente no está disponible en Argentina.
Otro método de barrera utilizado es el diafragma vaginal. Se trata de un aro flexible cubierto por una membrana que bloquea el cuello uterino. Se utiliza acompañado por espermicidas, pero en este caso no protege contra ITS y requiere control médico para elegir el tamaño e instruir sobre su uso adecuado.
Para la práctica de sexo sin posibilidades de concepción (oral, vaginal, anal), la utilización de un campo de látex puede evitar la transmisión de VIH y otras ITS. Esta barrera se suele fabricar cortando el preservativo masculino en sus extremos, y luego de forma longitudinal. A su vez, existen también protectores bucales odontológicos, que son rectángulos de látex diseñados para proteger la cavidad dental durante el sexo oral.
Fuentes
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