Cuando hablamos del Virus del Papiloma Humano (VPH) nos referimos a un grupo de virus relacionados, algunos de los cuales se transmiten durante las relaciones sexuales. Si bien hay varios tipos, alrededor de 40 afectan la zona genital y anal. Éstos se dividen en dos grupos: los de bajo riesgo oncogénico, asociados generalmente a lesiones benignas (verrugas); y los de alto riesgo oncogénico, cuyas infecciones pueden evolucionar a cáncer.
A nivel mundial se estima que el 80% de la población va a contraer en algún momento de su vida uno o varios de estos tipos de virus. Esta infección se da en mujeres y hombres sexualmente activos. La mayoría de los contagios aparecen a pocos meses o años de iniciada la actividad sexual en pareja. El Virus se transmite mediante el contacto íntimo, ya sea por intervención de genitales con boca, piel y/o ano. La utilización de juguetes sexuales u otros objetos durante el acto también puede ser fuente de contagio. A su vez, el uso de preservativo y barreras bucales solo disminuye las probabilidades de transmisión.
La mayoría de las veces el sistema inmunitario se encarga de controlar el VPH. Cuando no lo consigue, los virus de riesgo alto permanecen alojados en la zona por más de diez años. En ese período el virus infecta a las células interviniendo en la forma en que se comunican entre sí, provocando que aquellas infectadas se multipliquen sin control hasta crear zonas precancerosas. De no efectuar tratamiento, las células pueden empeorar hasta convertirse en cáncer.
Si bien en la mujer el cáncer de cuello de útero es el más frecuente, el Virus de Papiloma Humano también puede generar zonas tumorales en la vulva y la vagina. En el hombre esta presencia infecciosa aparece en el pene. En todos los géneros puede afectar el ano y la orofaringe (parte de la garganta). A nivel estadístico, el VPH se reconoce como agente causal de estos cánceres en un muy alto porcentaje.
En Argentina la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano está incluida dentro del Calendario Nacional de Vacunación. Se sugiere aplicar la primera dosis a los 11 años tanto en mujeres como en varones. Para la segunda dosis se debe aguardar un mínimo de 6 meses. El objetivo principal es disminuir la incidencia y mortalidad por cáncer, además de combatir otras enfermedades asociadas a esta serie de Virus. A su vez, la vacunación de cada individuo evita que la persona se convierta en agente transmisor del VPH.
Los jóvenes que no se vacunaron a la edad recomendada pueden recibir la primera aplicación hasta los 26 años. Si la serie fue iniciada a partir de los 15 años, necesitarán recibir tres dosis para estar protegidos. En los adultos de entre 27 y 45 años que no recibieron ninguna, o tienen el esquema incompleto, la vacuna solo será efectiva para la protección de nuevas infecciones. En este caso la vacunación es una acción preventiva y no sirve para el tratamiento del virus ni las enfermedades relacionadas.
Dado que el VPH de riesgo alto en el cuello uterino no suele causar síntomas, es fundamental realizar exámenes de detección de forma habitual (prueba del VPH, Papanicolaou). En otros órganos del cuerpo pueden aparecer picazón, sangrado, dolor e hinchazón de glándulas como sintomatología de presencia del cáncer.
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