Incorporar frutas a nuestros hábitos de alimentación diaria es una de las mejores herramientas para mantener una dieta saludable. Nuestro país posee una extensa oferta de frutas de verano que aportan sabores, nutrientes y frescura a nuestro organismo.
En Argentina, se estima que solo el 6% de la población consume en el día las cinco unidades o porciones recomendadas entre frutas y verduras, según la 4º Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2019. Si bien esta ración puede variar por el peso de cada persona y la actividad física que realice durante la jornada, es importante respetar y hasta exceder esta media ya que el consumo de estos alimentos ayuda a prevenir enfermedades.
Las frutas tienen un alto contenido de fibras que colaboran al normal funcionamiento del aparato digestivo. Además de acompañar un correcto tránsito intestinal, ayudan a corregir alteraciones en el colesterol. Entre las sustancias que las constituyen, las frutas poseen antioxidantes, son una muy buena fuente de vitaminas y aportan al organismo minerales como el hierro y el calcio.
Si bien la fruta es un alimento que tiene muy poca grasa, su ingesta brinda saciedad y podemos quedar satisfechos incorporando muy pocas calorías. Dado que el 90% de su composición es agua, también aportan a nuestra hidratación diaria. ¿Por qué es importante hidratarnos? Lo contamos en esta nota.
En su estación, las frutas son más sabrosas porque están en su período de maduración exacto. La cosecha reciente mantiene los sabores y aromas originales, además de respetar las texturas de cada alimento. A su vez, mantienen mejor sus nutrientes ya que no permanecen en congeladores ni cámaras conservadoras por tiempos prolongados.
En Argentina se pueden conseguir durante esta estación del año manzanas, peras, higos, pelones, damascos, melones, duraznos, ananás y sandías. También en verano hay mucha recolección de uvas de diferentes tipos y frutos rojos o, como se denomina en las regiones de producción, “frutos del bosque”: frutillas, cerezas, frambuesas y arándanos, entro otros. En algunas provincias todavía se cosechan algunos cítricos como naranjas y limones.
El consumo de estas frutas en verano acompaña los ciclos normales de la naturaleza y la ecología del medio ambiente. A su vez, contribuyen a reducir la emisión de dióxido de carbono y colaboran con el comercio y el crecimiento económico de nuestro entorno más cercano. Además, las bajas en los costos de conservación, traslado o importación también terminan impactando de manera positiva en nuestros bolsillos.