Pocas comidas se disfrutan tanto como un desayuno rico, contundente y en tranquilidad. Lamentablemente, durante la semana solemos correr contra reloj. La organización familiar, las responsabilidades tempraneras y, de vez en cuando, una almohada que prolonga el despertar más de la cuenta son algunas de las razones que reducen el tiempo que le podemos dedicar a ese momento destacado de la mañana.
¿Por qué deberíamos ubicar el desayuno entre nuestras prioridades? La premisa del título, que destaca su importancia, ¿es solo una frase repetida o verdaderamente deberíamos considerarla? Definitivamente, el desayuno es el bastión de nuestra salud alimentaria.
Para empezar, saltearnos el desayuno puede producirnos cansancio. Durante todo el día nos va a acompañar una sensación de somnolencia que afecta nuestro rendimiento mental y físico.
A su vez, durante el desayuno suben nuestros niveles de glucosa en sangre. Omitirlo va a afectar la concentración de insulina en nuestro organismo, algo que puede resultar alarmante en personas con diabetes.
Por otro lado, los nutrientes que ingerimos a primera hora de la mañana nos permiten estabilizar las emociones. Ante cambios o situaciones externas de nuestra vida familiar, social o laboral, por ejemplo, revisar y ajustar la dieta puede ayudarnos a bajar el estrés. De esta manera, podremos conseguir manejar mejor nuestros cambios emocionales.
Finalmente, una buena alimentación durante la mañana nos va a dar sensación de saciedad y la energía suficiente para afrontar el día. ¿Qué sucede si comemos algo a las apuradas o pretendemos llenarnos el estómago con mate o café? Vamos a tener ganas de comer durante el día. Esto, a su vez, va a provocarnos ansiedad y una alimentemos desvariada, poco saludable, y en porciones más grandes de las recomendadas.
Un desayuno saludable puede tener muchas variantes y ajustarse a la dieta que nuestro cuerpo necesita. En este sentido, debemos priorizar el consumo de proteínas, teniendo en cuenta que el huevo en sus diferentes variantes (revuelto, duro, etc.) va a ser siempre mejor que los panificados.
A su vez, la leche, el yogur y otros lácteos como el queso nos van a aportar calcio. En este caso, se recomiendan productos preferentemente descremados. Asimismo, las almendras y las nueces también nos aportan una buena porción de calcio, entre otros beneficios nutricionales.
Si bien una buena hidratación nos debe acompañar durante toda la jornada, comenzar el día tomando agua o jugos naturales es importante para nuestro organismo. Debemos tener en cuenta que las infusiones o el café no nos hidratan y tienen propiedades diuréticas.
Por su parte, incorporar una porción de cereales en el desayuno nos va aportar fibras, vitaminas y minerales. Y aunque las galletitas y dulces industriales resulten una opción práctica, debemos tratar de evitar su consumo. En este sentido, las frutas son siempre una gran alternativa por su dulzura y sabor.