En los últimos años, el foco sobre una alimentación saludable está puesto en productos como los cereales integrales, las legumbres y los frutos secos. De entre el último grupo sobresalen las almendras por su destacado aporte de fibras, minerales y vitaminas.
Además de colaborar con el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento, las almendras aportarnos saciedad sin recurrir, por ejemplo, a carbohidratos. Si bien antes eran cuestionados por sus calorías, estos frutos secos poseen un alto contenido de proteínas vegetales y ácidos grasos monoinsaturados (tipo de grasa también presente en el aceite de oliva).
A su vez, poseen ácidos grasos poliinsaturados que son beneficiosos para la salud cardiovascular, ya que pueden ayudar a reducir el colesterol LDL (lipoproteínas de baja intensidad) y los triglicéridos. Su alto grado de grasas monoinsaruradas, fitoesteroles, magnesio y vitamina E colaboran en la protección de enfermedades cardiovasculares. A su vez, pueden mejorar los niveles del colesterol bueno HDL (lipoproteínas de alta densidad).
Las almendras también nos aportan minerales como calcio, magnesio, fósforo, hierro, potasio y zinc. Se estima que cada almendra contiene un 10 por ciento de carbohidratos de absorción lenta, fundamentales a la hora de ganar masa muscular. Como ejemplo de su potencialidad, las almendras contienen, porcentualmente, casi el doble de proteínas que los huevos.
Incorporar almendras a nuestros desayunos, almuerzos o como colaciones puede proporcionarnos sensación de saciedad. De esta manera, nos permite mejorar el control del apetito y mantener un mejor equilibrio de nuestra alimentación diaria. Así podemos conseguir y sostener un peso saludable.
El protagonismo de estos frutos secos en nuestra dieta también impacta en beneficios para la salud de nuestros huesos y dientes, ya que contiene calcio y fósforo. Su consumo es bueno para el cerebro, al tiempo que colabora en la prevención de enfermedades degenerativas.
Además de su valor nutricional, este fruto seco es utilizado en la elaboración de productos dermatológicos. La presencia de vitamina E, ácidos grasos esenciales y antioxidantes ayudan a mantener la piel.
El aceite de almendras también suele recomendarse para reducir la apariencia de ojeras. Las escasas glándulas sebáceas que tenemos por debajo de los ojos suelen resecar la piel, dejando ese sector más sensible. La exposición al sol hace que se formen bolsas y se oscurezca la piel por el exceso de producción de melanina. El uso regular de aceite ayuda a aclarar la piel.
Antes de utilizar estos productos es importante consultar a nuestro dermatólogo para que evalúe la sensibilidad de nuestra piel y descartar posibles reacciones alérgicas.
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