La jardinería es una de las actividades recreativas más recomendadas para bajar el estrés, conectarse con la naturaleza y tomar distancia, aunque sea por un rato, de nuestras obligaciones diarias. Una huerta urbana a escala doméstica nos garantiza alimentos sanos y hasta un ahorro en nuestra economía.
Ya sea en un espacio al aire libre o en interior, podemos cultivar verduras, frutas y legumbres, entre otras variedades. Esta huerta urbana puede estar dentro de los límites de nuestra casa o en un espacio contiguo, y no es necesario que tenga grandes dimensiones. En espacios pequeños podemos sembrar hortalizas, diversas hierbas medicinales y plantas aromáticas. Incluso podemos tener determinados frutales en balcones y terrazas.
Este tipo de agricultura urbana está transformando el paisaje de muchas ciudades. Desde un punto de vista solidario, aprovechar la tierra a pequeña escala puede brindar alimentos sanos a personas con menos recursos. Además de la agricultura doméstica, existen huertos municipales, comunitarios y vecinales que producen alimentos. En general tienen su espacio al aire libre, aunque también puede enseñar y practicar cultivo en interior.
Las escuelas también pueden destinar un espacio a un huerto urbano. En este caso podemos utilizarlo con fines didácticos, acercando a nuestras alumnas y alumnos a cultivar diferentes variedades de plantas, frutas y verduras según la estación. También podemos enseñar y aprender biología a través de las diferentes fases de crecimiento, el estudio de las capas y las condiciones de tierra, o las necesidades de riego.
Desde hace siglos, el hombre lleva a cabo técnicas de compostaje para abonar los cultivos de manera natural. El compost ayuda a retener la humedad en el suelo y proporciona nutrientes que colaboran de forma significativa al crecimiento saludable de las plantas.
El compost es un abono orgánico que se obtiene de la descomposición controlada de materia orgánica. Las cáscaras y restos de alimentos crudos como huevos, frutas y verduras, se encuentran con diferentes organismos presentes en el suelo. Estas bacterias, hongos o lombrices, entre otros, son quienes llevan a cabo la descomposición de los alimentos. Nosotros solo debemos garantizar la oxigenación periódica de este hábitat, y así puede desarrollarse de forma natural este proceso.
En casa, podemos utilizar un recipiente o un depósito como compostador. Acondicionándolo con las características adecuadas, nos va a permitir transformar nuestros residuos orgánicos en compost utilizable para dicha nutrición.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
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