Son muchos los beneficios de la leche materna para la niña y el niño en crecimiento. En lo referido a salud bucal, el amamantamiento le permite al bebé un desarrollo correcto de las arcadas dentales.
A su vez, la lactancia materna promueve tanto la correcta deglución como una buena mordida. Esto disminuye la posibilidad de incorporar hábitos de succión no nutritivos, como el dedo en la boca o el chupete.
Durante la primera infancia, la caries dental puede aparecer en bebés que utilicen leche de fórmula para cumplir o completar su nutrición. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, y de manera complementaria hasta –por lo menos– los dos años de vida.
Para evitar la caries, las madres y padres pueden limpiar la boca del bebé desde la salida del primer diente. Deben asegurarse que en su etiqueta, la pasta dental indique un contenido de al menos 1000ppm de flúor. La cantidad que debemos colocar en el cepillo debe ser similar a la de un grano de arroz. Es importante hacerlo dos veces al día, la última de noche, antes de ir a dormir.
A partir de los seis meses, se introducen en su dieta alimentos sólidos y semi sólidos. En esta etapa es importante atrasar lo máximo posible el consumo de alimentos azucarados.
Hacia los 10 meses comienzan a salir los dientes incisivos superiores. Esta erupción puede causar mucho dolor y malestar al bebé. En estos casos, no es aconsejable que las madres ofrezcan el pecho como calmante salvo excepciones. De esta manera, la niña o niño no va a generar hábito ni dependencia a la teta materna.
Antiguamente, la caries que aparecía durante la primera infancia era denominada “caries de biberón”. Si bien la mamadera o biberón es una herramienta cómoda para la alimentación del bebé, desde el punto de vista de su salud integral no se recomienda el uso.
En lo que a salud bucal se refiere, su uso prolongado está asociado a hábitos de succión no nutritivos, a malas mordidas (maloclusiones) y, en especial, a la caries dental.
Entre los consejos para evitar su acostumbramiento a la mamadera, se puede ofrecer líquido en vasos, tasas o cuchara. En caso de utilizarla, que solo sea para consumir leche. A su vez, es importante no agregar productos como cereales, azúcares, miel o chocolate en polvo, y asegurarse limpiar bien los dientes antes de que vayan a acostarse.
Al igual que con el amamantamiento, la mamadera no debe usarse como calmante. Si se utiliza para conciliar el sueño, luego debe ser quitada para que el bebé no duerma con el biberón en su boca.
Una vez que la niña o el niño cumplen el año de vida, se puede ofrecer cambiar la mamadera por una taza o un vaso. Cuanto antes la quitemos –máximo dos años– más y mejores beneficios tendrá en su salud bucal.
Las indicaciones médicas sobre el chupete son controversiales. Algunos estudios apoyan su uso en bebés que toman leche de fórmula para disminuir la posibilidad del síndrome de muerte súbita. Sin embargo, en bebés que se alimentan con leche materna suele no recomendarse su uso.
A nivel oral, el chupete no permite que la lengua adquiera su posición normal sobre el paladar. Esta posición baja en la mandíbula, va a ir alterando la amplitud del maxilar y afectando el patrón de deglución.
A mediano plazo, tanto la posición lingual baja como la interferencia que provoca el chupete en la zona de los incisivos favorecen maloclusiones. Como máximo, a los dos años se debe retirar el chupete ya que algunas maloclusiones como la mordida cruzada no se corrigen de forma espontánea.
En caso de tener que recurrir al chupete, éste debe ser lo más pequeño posible. A su vez, limitar su uso a momentos de ansiedad y sueño. También es importante retirarlo de la boca una vez que el bebé se encuentre en calma o se haya dormido.
A su vez, nunca se debe mojar el chupete en sustancias endulzadas. Tampoco debe limpiarse con la saliva de la persona adulta que esté a su cuidado.
Fuente
Asociación Latinoamericana de Odontopediatría