Con el inicio de clases, muchos trabajadores de la educación vuelven a padecer dolencias corporales. Estos padecimientos pueden ser propios de una actividad que requiere permanecer parados la mayor parte del tiempo. Las várices en la docencia son una de las patologías más frecuentes en un colectivo integrado de forma mayoritaria por mujeres.
Independientemente de la propensión familiar a padecerla, existen características particulares de la tarea educativa que facilitan o agravan la insuficiencia venosa en los miembros inferiores. Las varices son el deterioro de las válvulas venosas, tornándose insuficientes con el aumento de la presión hidrostática. Este cuadro termina generando la dilatación de las venas superficiales.
Como factores de riesgo no modificables aparecen la herencia y el género. Si bien los hombres no están exentos a la aparición de várices en sus piernas, se da mayormente en mujeres. Durante el embarazo, por ejemplo, ese riesgo se incrementa.
La obesidad aparece como otro componente que fomenta dicha patología. Entre los factores modificables, el sedentarismo es uno de los hábitos que debemos dejar atrás. Si bien la actividad educativa lleva a permanecer de pie o sentados durante largo tiempo, también es un riesgo evitable.
Los docentes suelen describir como síntomas iniciales el cansancio en las piernas y la pesadez continua. También la aparición de edema en las piernas es una señal para detectar várices en la docencia. Visualizar pequeñas dilataciones venosas en los miembros inferiores pueden alertarnos sobre la enfermedad.
Mantener un peso adecuado y realizar ejercicios físicos de forma frecuente ayudan a evitar esta insuficiencia venosa. Son convenientes los trabajos aeróbicos que se relacionan especialmente con las várices. Un ejemplo, es la dorso flexión de pie. ¿Qué otros ejercicios podemos incorporar? Recomendamos esta nota sobre Ejercicios para evitar las várices.
Durante las clases no es aconsejable permanecer por mucho tiempo parado ni sentado. En este sentido, se pueden incorporar pequeñas caminatas alrededor del aula para mantener fomentar la buena irrigación sanguínea. A su vez, y aunque podamos ir en contra de la moda, no es recomendable vestir pantalones apretados ya que disminuyen el retorno venoso.
Tengamos en cuenta que el trabajo docente conlleva exigencias corporales a lo largo de todo el año escolar. Controlar con un médico cómo se encuentra nuestra salud al iniciar el año puede ser fundamental para prevenir padecimientos y no agravar enfermedades.
Asesoría de Epidemiología de OSDOP