El embarazo es una de las etapas más movilizantes de la vida. Las preocupaciones, la incertidumbre y los temores se mezclan con muchas expectativas y una felicidad que, a veces, puede desbordarnos. Si somos madres o padres primerizos, esas sensaciones cambian todo el tiempo, nos confunden, y hasta pueden llevarnos a tomar decisiones apresuradas, desinformadas o equivocadas. Muchas veces puede ser tarde para arrepentirnos de no haber elegido un parto natural.
La opción de parto, cuando no hay riesgos para el bebé ni la madre, suele ser una decisión en la que no se contemplan cuestiones fundamentales. Por ejemplo: ¿toda futura madre sabe que el parto natural es más seguro? Lamentablemente, no.
El parto vaginal tiene un período de recuperación más rápido y menos doloroso que una cesárea. Además, la pérdida de sangre durante la intervención es menor. También existe un menor riesgo a desarrollar infecciones urinarias o en el endometrio.
A través del parto natural, nuestro bebé va a llegar al mundo con una mejor oxigenación, tanto general como en su cerebro. A su vez, le va a permitir expulsar el líquido amniótico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que la cesárea está justificada entre un 10 y un 15 por ciento de los partos. Solo en ese porcentaje minoritario de casos está comprobada su necesidad desde el punto de vista médico y la intervención a ser eficaz para prevenir la morbimortalidad maternal y perinatal.
Las indicaciones médicas para llevar a cabo una cesárea son una placenta previa total a término o una posición fetal transversa, con dorso inferior y dilatación completa y prolapso del cordón.
El médico también puede considerar la intervención en caso de embarazo múltiple, a pre-término, por cesárea previa o en procesos adherenciales o varicosos uterinos.
Durante el trabajo de parto pueden presentarse complicaciones que ameriten, finalmente, realizar una cesárea. Suele ser muy bajo el porcentaje de estas situaciones, como la falta de progresión del parto, los desgarros perineales o una frecuencia anormal del bebe. También se recurre a la cesárea por asfixia perinatal, sangrado excesivo o problemas con el cordón umbilical.
Si no existe una indicación clínica clara que justifique la intervención, se recomienda ampliamente dar a luz a nuestro bebé a través de parto natural. Es que el parto vaginal es la única intervención médica que, hospitalizada, permite atender una situación fisiológica. De esta manera, nos ofrece seguridad ante una complicación y nos brinda la posibilidad de realizar el tratamiento adecuado de forma inmediata.
En Argentina, el porcentaje de cesáreas asciende entre el 35 y el 37 por ciento de los partos. La variación de estas estadísticas se revela por la diferencia entre el sector de salud público y el sector privado.
Mientras en hospitales públicos la tasa de cesáreas es del 30 al 35 por ciento, en clínicas privadas hay una media del 50 por ciento. En algunos sanatorios privados, el porcentaje de cesáreas que se llevan a cabo llegan hasta el 80 por ciento.
En quienes este procedimiento resulta innecesario, la cesárea no trae ningún beneficio para las madres que va a dar a luz ni para los bebés que están por nacer.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
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