Cuando buscamos un protector solar hay una designación más importante que el tipo de aplicación, la marca o el espesor de su consistencia. El FPS (Factor de Protección Solar) nos detalla la capacidad protectora del producto frente a los efectos nocivos del sol. Más específicamente, esa cifra señala la capacidad de bloqueo frente a las radiaciones ultravioletas de tipo B (UVB). Estos rayos solares son los que afectan las capas más superficiales de la piel.
¿Qué nos dice el FPS? Este indicador nos informa el tiempo máximo que puede exponerse la piel antes que aparezca el eritema, o sea, el enrojecimiento de la misma. Esta cifra surge de la comparación entre una piel con bloqueador y la misma piel sin protector.
Por eso, para conocer la capacidad verdadera de protección de un filtro debemos conocer la sensibilidad de nuestra piel al sol (fototipo). ¿Cuánto tardamos en ponernos colorados sin protector? Ese tiempo es conocido como Dosis Eritematógena Mínima (DEM). La multiplicación de esos minutos por el FPS nos brindará el tiempo máximo de protección que tiene ese bloqueador sobre nuestra piel en particular.
Por ejemplo, si nuestra piel enrojece espontáneamente a los cinco minutos, un protector de 50 FPS nos protegerá por 250 minutos, mientras que uno de 30 FPS lo hará durante 150 minutos.
Según el fototipo de cada uno de nosotros, las pieles pueden llegar a exponerse al sol entre 5 y 30 minutos sin lesionarse. Sin embargo, los protectores solares suelen testearse en condiciones estándares, que pueden no ser las mismas a las que nos estamos exponiendo en la vida real.
Durante la pruebas, se suele colocar cantidades mayores de bloqueador que las que usa una persona normalmente. Además, los individuos tienen la piel seca y permanecen quietos, por lo que ni el agua ni la transpiración diluyen parte de la concentración del protector.
Por otro lado, las pruebas se suelen hacer en lugares donde normalmente no hay reflejo de radiaciones en otros medios. Cuando estamos en la playa, por ejemplo, recibimos tanto las emisiones directas del sol como los rayos reflejados por el agua y en la arena.
La mayoría de los filtros no son resistentes al agua y, al secarnos, podemos remover parte del protector previamente colocado, por citar algunas de las condiciones que pueden influir a la disminución potencial del FPS.
Por estos motivos, la mayoría de los dermatólogos recomiendan bloqueadores de al menos 50 FPS, aún en pieles menos sensibles a los rayos ultravioletas.
Por su parte, las niñas y niños y las personas mayores están más expuestas a los daños solares. A su vez, la Sociedad Argentina de Pediatría recomienda el uso de protectores recién a partir de los seis meses, y la no exposición solar directa hasta el año de vida.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
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