Todas las personas con afecciones en la salud mental tienen derecho a recibir atención sanitaria. El acompañamiento de los afectos, de los familiares, amigos u otras personas cercanas resulta fundamental tanto para su posible recuperación como para transitar la enfermedad de manera digna y humana.
Como comunidad, no debemos permitir que las personas con padecimientos en la salud mental sean aisladas socialmente. Es importante saber que ninguna persona con padecimientos en la salud mental es peligrosa. No existe una relación directa entre padecimiento mental y violencia. En todo caso, la violencia se relaciona de forma directa con el desamparo, la falta de contención y el aislamiento social.
La discriminación y el rechazo no solo afectan de manera directa a la persona que está padeciendo algún trastorno en su salud mental. También reproduce y propaga una mirada negativa. ¿Cómo podemos ayudar? Una actitud positiva hacia la integración es fundamental para que la persona no sufra, recupere cierta estabilidad y normalice su lugar en sociedad.
“Detrás de cada persona, hay una historia que determina su presente» (Dirección Nacional de Abordaje Integral de Salud Mental y Consumos Problemáticos del Ministerio de Salud de la Nación).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una de cada cuatro personas padece algún tipo de trastorno en su salud mental. Mientras dos tercios de estas personas no reciben atención, “el cuidado” de quienes están atendidos está vinculado, mayoritariamente, a internaciones en hospitales y clínicas psiquiátricas.
El encierro y aislamiento contribuyen a la pérdida de habilidades sociales. Además, generan a la persona dependencia y socavan sus derechos humanos.
Los hospitales y clínicas especializadas en psiquiatría no deben convertirse en hogares para que la persona viva. No deben ser lugares de encierro sino más bien espacios transitorios para apoyar a la persona. Ayudarla a recuperar, dentro de sus posibilidades, su bienestar mental. Las estrategias inclusivas son las que nos van a permitir que la persona pueda reinsertarse en la comunidad.