Realizar actividad física de forma regular y de manera adecuada. Esto mejora el estado muscular y cardiorrespiratorio, estimula la salud ósea y facilita la vasodilatación. De esta manera, se reduce el riesgo de hipertensión. También disminuye el colesterol y los triglicéridos, alejando el riesgo de enfermedad coronaria y el accidente cerebrovascular.
Además, facilita el ingreso de la glucosa al músculo por lo que mejora la diabetes. También disminuye el riesgo de padecer diferentes tipos de cáncer (cáncer de mama y de colon, entre otros).
Conjuntamente, ayuda a la autorregulación psicológica. La práctica habitual de actividad física reduce la intensidad de emociones como la ira, la agresividad, la ansiedad y la depresión. La actividad física mejora las habilidades de razonamiento, aprendizaje y juicio.
Cuando se habla de actividad física se incluye cualquier movimiento corporal que requiera energía. Sin embargo, es importante organizar una rutina de ejercicios específicos que se mantenga en el tiempo. Podemos destacar, fundamentalmente, tres actividades: la caminata, la bicicleta y la natación. Se recomienda nunca realizar esfuerzos intensos ya que la actividad debe ser relajada y placentera. Siempre que sea posible compartir su rutina, la actividad será más cordial.
El mejor momento para desarrollar la actividad son las primeras horas de la mañana. Hay que evitar hacer ejercicios a pleno sol. Debemos hidratarnos bien sin esperar a tener sed. En cuanto a la vestimenta, conviene llevar ropa cómoda y respirable, utilizando un calzado adecuado. La alimentación debe ser sana y balanceada.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda a los adultos mayores de 18 años hasta pasados los 60, dedicar al menos 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica moderada.
Los ejercicios físicos aeróbicos producen cambios en nuestro metabolismo. Disminuye la frecuencia cardíaca en reposo, mejora el retorno venoso, la ventilación pulmonar, aumenta el gasto de calorías y el consumo de grasa corporal. Los mismos no se limitan al tiempo de ejercicio, sino que perduran por varias horas. Estos cambios fortalecen el corazón, su oxigenación y la capacidad pulmonar.
En la vida diaria se pude aumentar nuestra actividad física evitando tomar ascensores, subiendo escaleras y caminando para hacer nuestras tareas. En casa, tanto las tareas hogareñas como ciertas actividades de esparcimiento como bailar o hacer jardinería también representan un buen ejercicio.
Un médico puede aconsejarnos sobre los ejercicios físicos y la forma de incorporar que más se adecúe a nuestra rutina.
Asesoría de Epidemiología de OSDOP