La educación inclusiva se basa en la igualdad de derechos que toda persona tiene a la educación. En los últimos años, se instaló como eje central en los sistemas educativos. Apuntando, de esta manera, garantizar el acceso equitativo y de calidad, asegurar la eliminación de barreras y aumentar la participación en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Desde esta perspectiva, cada persona es singular y tiene su propio estilo de aprendizaje. Es decir, para promover una inclusión educativa real es necesario reconocer la existencia de situaciones en las que el contexto educativo, con sus recursos habituales, no puede garantizar al estudiante la construcción de los aprendizajes previstos por el Diseño Curricular.
Esto nos lleva al concepto de Necesidades Educativas Especiales (NEE), que tiene en cuenta las singularidades a la hora de planificar la metodología y los contenidos. Dichas NEE pueden ser transitorias o permanentes, dependiendo del contexto.
Para ello, existen diversas estrategias pedagógicas para consolidar e interiorizar los aprendizajes. Entre ellas, se encuentran las denominadas adecuaciones curriculares y tienen como objetivo principal atender la diversidad existente en el grupo y la inclusión de todos en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Estas se caracterizan por su flexibilidad y podrán requerir la intervención de profesionales docentes y equipos técnicos capacitados para ponerlas en práctica.
Entonces, la propuesta educativa debe ser sensible a la diversidad. Para que esto suceda, consideramos importante promover el trabajo en equipo de los profesionales especializados, con los docentes de las instituciones y los padres u otros adultos de actuación significativa en la comunidad, priorizando y compartiendo el proceso de enseñanza-aprendizaje particular de cada estudiante.
Departamento de Discapacidad – Sede Central – Gerencia de Prestaciones de Salud – OSDOP