Las niñas y niños tienen un contacto mayor con elementos (juguetes) y la distancia que mantiene con otras niñas y niños suele ser menor. Muchos de ellos, asisten a clases con síntomas de alguna enfermedad. Tanto los padres y docentes como las autoridades de la escuela y municipios tienen un rol relevante para impedir contagios y cuidar la salud en el jardín de infantes.
En la primera infancia, podemos destacar la importancia de la lactancia materna, completar el calendario de vacunación y el lavado frecuente de manos. Estas acciones aportan al momento de evitar contagios dentro de las aulas. ¿De qué manera?
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la leche materna aumenta las defensas que protegen a los lactantes de infecciones. La leche materna es un tejido vivo que alimenta, previene enfermedades y favorece la relación madre/hijo. En lo posible, se recomienda amamantar a los bebés hasta los dos años.
En el caso de las manos, son uno de los mayores portadores de gérmenes. Un adecuado lavado resulta el mejor obstáculo para la transmisión de enfermedades. En este sentido, las manos deben asearse antes de cada comida, después de ir al baño, al volver de jugar y al llegar a casa. También si estuvimos acariciando o tuvimos contacto con mascotas.
Antes de ingresar al jardín, las niñas y niños deben tener el calendario de vacunación completo. Los adultos también deben conocer si las alumnas y alumnos padecen alguna enfermedad. Esta información sirve a la hora de prevenir determinadas patologías como el asma bronquial.
Otra cuestión para tener un control de la salud en el jardín de infantes es la desinfección de los establecimientos. La misma debe estar a cargo de un doble sistema operativo. Los equipos de higiene urbana de los municipios, que deben abarcar la desinfección de los frentes con una solución de agua e hipoclorito de sodio, además de la limpieza nocturna de los barrios. En el interior del jardín debe realizarse una desinfección con pulverizadores con alcohol al 70%. También es importante la utilización de tapabocas, guantes, termómetros digitales, censores de niveles de dióxido de carbono en las aulas y alcohol en gel.
En el ámbito del jardín de infantes debemos prestar atención a los catarros en las vías superiores, los resfríos con abundancias de mocos nasales y las gastroenteritis con diarreas.
Mientras el enrojecimiento de los ojos puede ser una señal de conjuntivitis, un dolor intenso en los oídos puede ser síntomas de otitis, que por lo general ocurre a causa de una infección de las vías aéreas superiores. La temida bronquiolitis se manifiesta con dificultades respiratorias, junto con otras enfermedades de las vías aéreas.
La presencia de cualquiera de los cuadros mencionados debe ser comunicada a los padres de inmediato. Es importante que ellos hagan la consulta al profesional médico.
Los padres también son responsables de informar a las autoridades del jardín cuando las niñas y niños hayan cursado o estén transitando una enfermedad que obliga a guardar reposo. De esta manera, las maestras y directivos pueden tomar los recaudos correspondientes.
Debemos ser conscientes que, para volver a clases, es necesario contar con el alta médica. Solo así podremos asegurarnos de evitar contagios a otras compañeritas y compañeritos.
Asesoría de Epidemiología de OSDOP
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