La migraña es una forma específica de cefalea. A este dolor de cabeza lo caracteriza un malestar que suele ser pulsátil, como un latido, de un solo lado, pero con importante intensidad. El dolor se incrementa con la actividad y la exposición a la luz o los sonidos intensos.
El cuadro de la migraña también puede estar acompañado de náuseas y vómitos. En algunos casos, los síntomas están precedidos por otras manifestaciones que, por lo general, son visuales: ver líneas de luz en zigzag, tener puntos ciegos o parches en la visión. Estos síntomas son conocidos como “aura”, y pueden aparecer minutos u horas antes que nos comience a doler la cabeza.
Sin embargo, no toda migraña tiene un aura que la antecede. Tampoco todo dolor de cabeza es una migraña. Podemos considerar como tal solo aquellos malestares que cumplen con algunas de las características antes descritas.
En algunos casos pueden determinarse factores desencadenantes como el estrés, el exceso de horas de sueño y también la falta de descanso necesario. Ciertos alimentos como el chocolate, o el consumo de tabaco y alcohol, pueden volvernos propensos a sufrir migraña.
Otros factores pueden ser la exposición a estímulos físicos como luces brillantes o parpadeantes, u olores muy intensos. También inciden en la migraña factores hormonales como la menstruación, el uso de anticonceptivos o la terapia de reemplazo hormonal.
Algunas estadísticas refieren que un 15 por ciento de la población padece migraña. Suele ser más frecuente entre los 12 y los 40 años. También son las mujeres a quienes suele afectar con más constancia. Algunas teorías avalan un fuerte componente genético como desencadenante.
Cuando la frecuencia del dolor es baja, usar alguno de los analgésicos específicos seguramente nos permita paliar la migraña. Pero cuando se trata de algo frecuente, se recurre a tratamientos tanto farmacológicos como no farmacológicos para intentar prevenir los episodios.
En estos casos, el dolor de cabeza suele invalidarnos, generando dificultad para concentrarnos o realizar tareas. Esta condición requiere de un tratamiento efectivo, diseñado y recomendado por un médico que también se encargue del seguimiento del caso.
Recordemos que el uso inadecuado de medicación puede llevar a su pérdida de eficacia, al aumento progresivo de las dosis y a dificultades posteriores para abandonar su consumo.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
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