Nuestro país posee un buen acceso al agua dulce. Lamentablemente, como sucede en el resto de mundo, el mismo no es equitativo para toda la población. En la actualidad, solo el 56 por ciento de los argentinos tenemos acceso a saneamiento y el 80 por ciento a agua potable. Además de ser un recurso finito, hay desigualdad entre quienes acceden o no al agua segura.
La principal fuente de contaminación de las aguas proviene de los efluentes cloacales de los hogares y las industrias. El 46 por ciento de la población no cuenta con un sistema de tratamiento, por los que sus efluentes terminan en las napas y ríos como la cuenca Matanza Riachuelo, el dique San Roque y río Suquía.
Por otro lado, en la región cordillerana y en el norte de nuestro país existe escasez de agua segura. En San Juan, por ejemplo, las reservas son amenazadas por la megaminería, que utiliza grandes volúmenes para el vaciamiento de soluciones cianuradas en la cuenca del río Jachal.
En las aguas subterráneas de una importante proporción de nuestro territorio, por ejemplo, existe presencia natural de arsénico. Es uno de los problemas más importantes de contaminación que tiene nuestro país, afectando a 16 provincias[1] y a un 10 por ciento de nuestra población.
El consumo del recurso con altas concentraciones de este metaloide produce serios problemas de salud. El Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE) se manifiesta por alteraciones dérmicas como la aparición de la hiperhidrosis palmo plantar (sudoración excesiva de pies y manos), la hiperqueratosis palmo plantar (aparición de callosidades en la misma región) y la melanodermia (alteraciones en la pigmentación de la piel).
En la agricultura se suele utilizar el glifosato. Junto al arsénico, este herbicida puede ocasionar alteraciones hormonales con aumento en la concentración de hormonas tiroideas, mayor proliferación celular y hasta alteración del material genético.
Mientras la mayoría de la población la necesita para sobrevivir, otros la utilizan para producir y generar ganancias. Además, el cambio climático agrava la situación ya que altera el régimen de precipitaciones con lluvias intensas que provocan inundaciones y grandes períodos de sequía.
Entre todas y todos debemos planificar cómo administrar este preciado recurso. La escasez de agua segura se presenta como amenaza en un futuro no muy lejano.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
Fuentes:
[1] Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Catamarca, San Juan, Chaco, Santiago del Estero, San Luis, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, La Pampa, Río Negro, Neuquén y Buenos Aires
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