El verano pasado el dengue nos demostró su capacidad de contagio y peligrosidad. Además de las medidas de prevención que hemos compartido con anterioridad, es importante repasar sus síntomas y estar atentos al dengue para evitar que la enfermedad se agrave.
Una vez expuestos a un mosquito infectado, el virus del dengue puede manifestarse en nuestro organismo entre los tres y los 14 días. Aunque, en general, estos síntomas aparecen entre los cuatro y los siete días después de la picadura.
Podemos tener fiebre seguida de náuseas, vómitos y/o erupciones cutáneas. También se dan con frecuencia molestias y dolores en los huesos, musculares y en las articulaciones, como mialgias y artralgias. Otra señal son los dolores en los órganos de la vista, por lo general aparecen detrás de los globos oculares.
Otros síntomas son cefalea, diarrea y el malestar general. Debemos estar atentos al dengue cuando se presentan, por los menos, dos de estos indicios. A su vez, esta enfermedad no afecta las vías aéreas superiores. Pero puede causar en nuestro organismo leucopenia y plaquetopenia, es decir, una cantidad de glóbulos blancos y plaquetas bajos.
El dolor abdominal intenso o el dolor que produce la palpación del abdomen son signos de alarma. También los vómitos persistentes, el sangrado de mucosas y la acumulación de líquidos (ascitis, derrame pleural, derrame pericárdico).
En casos de riesgo se puede dar un shock o dificultad respiratoria debido a la extravasación grave de plasma y el sangrado intenso por vómitos, materia fecal o del sistema nervioso central. Un shock también puede quedar evidenciado por un pulso débil e indetectable, la taquicardia, las extremidades frías y la presión de pulso baja.
Lamentablemente, algunos órganos pueden quedar gravemente comprometidos. Por ejemplo, miocarditis en el corazón, daño hepático o alteraciones de la conciencia por afección en el sistema nervioso central.
Para calmar los dolores o bajar la fiebre no se debe ingerir aspirina, ibuprofeno u otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos ya que sus propiedades son anticoagulantes. Para bajar la fiebre podemos bañarnos o usar paños fríos.
Es fundamental beber abundante cantidad de líquidos para mantenernos lo mejor hidratados posibles. Los adultos debemos ingerir, al menos, tres litros de agua por día. Los niños deben beber -además de agua- abundantes líquidos como leche, jugos de frutas y caldos. También es muy bueno el suero oral, que son sales de rehidratación, y el agua de arroz recién preparada y enfriada va a ayudarnos a mejorar nuestra hidratación.
Los menores de seis meses deben continuar con la lactancia materna, aumentando además la frecuencia entre toma y toma. También deben alimentarse más seguido los bebés que están tomando leche de fórmula. En mayores de seis meses, la alimentación debe continuar de forma habitual, aumentando solo la ingesta de líquidos como caldos y leche.
Si bien siempre es mejor evitar su ingesta, en caso de estar cursando el dengue es importante no consumir ningún tipo de gaseosa ni jugos artificiales.
El Ministerio de Salud de la Nación sugiere vacunar a la población de mayor riesgo. Son las personas de 15 a 39 años, en especial en áreas de importante diseminación de la enfermedad. También se sugiere vacunar a las personas que viajan a lugares en donde la enfermedad se ha expresado fuertemente.
Se trata de una vacuna tetravalente que se administra con indicación médica, en dos dosis con tres meses de diferencia. Está contraindicada en mujeres embarazadas, en período de lactancia, o personas inmunosuprimidas.
Asesoría en Epidemiología de OSDOP
Para conocer más sobre la epidemia del dengue ingresar aquí. También podés conocer sobre la diferencia de esta enfermedad con el zika y la chikungunya.